miércoles, abril 07, 2004

LA RUTA

Se refregó los ojos otra vez.

Aquella recta...

Enfocó la vista en un punto lejano. No vió nada. Hacía más de media hora que se cruzaron con el último vehículo del otro lado.

Nada.

Arbustos. Arbustos. Más arbustos. Después...arbustos y matas de pasto reseco, tierra fundida en mar fundida en cielo fundida en rojo fundidad en negro.

Nada.

Volvió a refregarse los ojos.

- ¿Querés?.

No escuchó.

- ¿Querés? - repitió el 2º chofer ofreciéndole un mate. El lo miró sorprendido. Tardó unos segundos en darse cuenta

1) qué le estaban diciendo
2) que no estaba mirando el camino.

- Che - lo retó el otro chofer.

Miró para adelante. Las luces bajas. La ruta vacía. Los vehículos con los que no se cruzaban.

Aquella recta...

- ¿Y?.

El 2º chofer todavía sostenía el mate.

- Ah, si...dame.

Lo tomó de dos sorbos.

- ¡Mierda! - exclamó.

El otro chofer sonrió.

- Nabo, te dije que estaba caliente.

Volvió los ojos a la ruta, a la raya blanca, a la banquina inexistente, al río que no se veía, a la noche que lo inundaba.

El 2º chofer se tomó otro mate.

- ¿Dónde está Raúl?.

Su compañero dió un sorbo largo al mate antes de contestar.

- La comida.

Lo miró extrañado. Unos momentos después se dió cuenta que

A - era más tarde de lo que pensaba
B - otra vez había sacado los ojos de la ruta
C - tenía apetito

- ¿Ya son las 10? - preguntó confundido.
- Ajá.

La música lo aburría.

- ¿No podemos escuchar otra cosa?.

El otro le alcanzó un mate.

- Ultimo, quiero comer, tengo hambre.
- Tengo bizcochitos.
- No, no - negó moviendo la cabeza. - Quiero comida de verdad.

El 2º chofer lo estudió.

- ¿Otra comida?. ¿La música no te gusta?. No se...¿querés que llame a alguna de las pasajeras para que te chupe la pija mientras manejás también?.

Se dió vuelta para mirarlo mientras se metía un dedo en una de las orejas. Entonces se dió cuenta

I - quería comer agnolotis
II - no estaba prestando atención a la ruta
III - quería que le chuparan la pija
III B - quería que le chuparan la pija y de ser posible, que fuese la rubia del asiento 37.

Luces a lo lejos. Dos manchas amarillentas, pálidas, pequeñas, ínfimas, que se acercaban lentamente, se agrandaban muy de a poco...

Desaparecieron.

- Ay, no - se lamentó.

El vehículo había doblado en alguno de los tantos caminos de tierra y ripio que cruzaban la ruta.

El otro chofer golpeaba el panel con los dedos, al ritmo de la música.

- ¿Y?.
- ¿Y qué?.
- ¿La comida, la música, la chupada de pija?.

Se rió el 2º chofer. Pero vió que el otro no. Cerró la boca y se quedó mirando a su compañero y se dió cuenta que

1º - no miraba la ruta
2º - no miraba la ruta
3º - ¡mirá la ruta hijo de puta!.

El micro estaba cruzando peligrosamente de carril, pero el chofer seguía sin volver la vista al camino.

- Acá fue lo de Guillermito, ¿sabías?.
- Por Dios hombre...mirá el camino - dijo mientras apoyaba el termo y el mate en el piso.

Durante unos segundos, el conductor volvió los ojos a la ruta. Pero no estaba mirando. Veía más allá.

Sonrió.

- Guillermito... - murmuró con melancolía.

El micro seguía abriéndose hacia la izquierda, lentamente. Los pasajeros, concentrados en sus cenas (pan, tostaditas, un flan de huevo para el postre, dos fetas de queso, una de jamon cocido, un pedazo de carne fría con queso derretido, lechuga, una feta de tomate y más carne caliente con papas y arvejas) no se habían dado cuenta.

- ¿Te acordás de Guillermito? - preguntó, apoyado sobre el volante al darse vuelta, había girado levemente hacia la derecha.

- Si, me acuerdo. ¿Cómo no me voy a acordar?.
- Era tan...tan buen tipo.
- Si.

Ahora el micro había enderezado su rumbo. Pero no le quedaba mucho a aquella recta.

- Fue acá.

Señaló a algún lugar en la oscuridad, adelante, al costado.

- ¿Acá? - dijo el 2º chofer sin dejar de mirarlo.
- Ajá. Acá.
Volvió a señalar. Se dió vuelta para mirarlo

- Acá - repitió.

El asistente seguía atendiendo a los pasajeros sin notar nada raro en los movimientos del micro.

- Dicen que fue al final de la recta, que se quedó dormido, que cuando se dió cuenta pegá un volantazo y fue peor porque el micro se dió vuelta en un segundo.
- Eso dicen - carraspeó el otro.
- Eso dicen. Pero yo no me lo creo. No, no, no - dijo haciendo gestos con las manos mientras soltaba el volante. Las ruedas derechas se acercaron peligrosamente al borde del pavimento.

- Guillermito - murmuró el chofer.

Llegó el asistente de a bordo.

- Mirá...tengo que...

Se quedó mirando al 2º chofer, que no le contestaba. Entonces vió la ruta y el bamboleo lento, suave, pronunciado, el ir y venir levemente a derecha e izquierda. No pudo decir nada más.

- Síndrome.

El asistente asintió con la cabeza, lentamente.

- Voy a poner otra película, ¿les parece?.
- ¿No tenés alguna de acción? - preguntó el chofer. - Tengo ganas de ver una de acción, bien así... - y dibujó una pistola con sus manos, soltando el volante ante la desesperación de los otros dos.

Nadie dijo nada hasta que agarró de vuelta el volante, metió un cambio y enderezó el micro.

- Si...si... - balbuceó - ...creo que tengo una de...acción...

El chofer no despegó los ojos de la ruta.

- Bien, bien - dijo. - Ya me toca la hora de descanso, ¿no?.

Nadie respondió.

- ¿¡Eh?! - le reclamó a su compañero.
- Si...eh...¿qué?.

Seguía atento a la ruta.

- Digo, ya me toca la hora de descanso. Voy a comer y a mirar una película antes de acostarme, ¿está bien?.

Silencio.

- Che, ¿qué les pasa?.

El asistente de a bordo señaló la ruta.

- ¿Me pueden contestar?.

Seguía sin despegar los ojos del camino, de la tira asfáltica interminable.

- No, nada, es que recién...

El 2º chofer le hizo una señal con la mano para que se callara.

- Nada. Voy a ver si tengo una de acción para poner y te aviso.
- Bárbaro - contestó el conductor.

Un par de minutos más tarde el 2º chofer se dió cuenta

- que no entendía nada.

- ¿Te acordás de Guillermito? - preguntó el que estaba manejando.
- Si.
- Por acá se la dió...
Miró al 2º chofer.

- Dale te toca - le dijo.

Hicieron el cambio. Se quedó mirando la ruta.

- Guillermito - dijo con un dejo de melancolía.

Sacudió la cabeza como despejándose.

- Bueno...vamos a ver que dan en la tele y que nos tiene preparado el chef.

Sonrió y se fue a buscar un asiento libre en la parte de abajo. Una buena película de acción y un poco de comida caliente era lo que le hacía falta para relajarse un poco antes del próximo turno.