(Ejecicio para el Profesorado de Lengua y Literatura, Taller de Narrativa 3. Debìamos elegir una foto e inspirarnos en ella para escribir el cuento).
Te veías tan bonita aquella tarde
otro asalto de verano, otro baile más...
otro asalto de verano, otro baile más...
- Es falsa.
La frase me tomó por sorpresa. Había entrado sola a la librería. Estaba haciendo tiempo para ir a mi sesión de análisis. Miraba una foto colgada en la pared. Cuando me di vuelta me encontré con una sonrisa en medio de una barba negra y poco tupida, debajo de una mirada que me encantó en cuanto la veo.
- ¿Cómo?.
- Bueno, no es que sea...falsa... Dicen que en realidad el fotógrafo anduvo sacándole fotos a esa pareja en varios lugares de París.
- Ah...
- Pero a vos te gusta y te interrumpí.
- No, no...está bien.
Me quedo estudiándolo. Hay algo familiar en esa sonrisa, en su mirada. Tendrá mi edad, 30 y algo recién cumplidos. Me apoyo en algunos libros.
- Digo...¿te gusta la foto, no? – me pregunta.
- Si...si, claro. En realidad me encanta y nunca la había visto en este tamaño, tan...
- ¿Grande?.
- Grande, si. Disculpame...¿te conozco?.
- No se. ¿Me conocés?.
- No se. Por eso te pregunto.
Se queda mirándome.
- Mirá...estaba allá, buscando un libro de autoayuda...
“Ay, no, no me digas eso bombón”.
Creo que en ese momento se dió cuenta de mi desilusión porque enseguida me explicó que el libro no era para él, o sí, era para él, pero no porque le interesara la autoayuda, o sí, le interesaba la autoayuda porque quería escribir (era escritor según pude deducir por otras cosas que dijo) un libro de autoayuda “trucho y en joda”.
- Uf...menos mal. Ya me había desilusionado – dije y enseguida me percaté de que lo que había dicho no quería decirlo, sino pensarlo y nada más. Le di la espalda fingiendo buscar algo en la estantería para que no se notara que me estaba poniendo colorada o más bien de que yo sentía que se me estaba prendiendo fuego la cara.
- Está bien – contestó él en un tono que me pareció que era medio burlón.
- ¿Qué?.
- Nada, nada. No-di-je-na-da.
- ¿Perdón?. ¿Me pareció o te estabas burlando de mi?.
- ¿Burlándome yo?. ¿Por qué iba a burlarme yo de vos si recién acabo de...?. Uf...siempre igual, con t...brghdfh... djdjdj...
- ¿Qué dijiste?.
- No dije nada.
- Sí, algo dijiste.
No se qué me pasó pero me estaba haciendo enojar.
Era un Ranser el equipo, tal vez un Wincofon
cientos de sencillos, 20 o 30 long plays...
- Mirá...yo vine muy tranquila a revolver algunas estanterías, estaba mirando la foto y vos... vos te me acercaste a hablar. No yo. Ni te conozco.
- ¿No?.
Hizo esa pregunta sin siquiera mirarme. Estaba empezando a ponerme furiosa pero no podía irme.
Hacía mucho que no me sentía así.
“Tan bien que venías”.
- Bueno...auto-ayuda-que-no-es-para-mi, me voy a un lugar más tranquilo y si-len-cio-so.
Me miró sonriente, con ojitos sobradores. Sostenía un libro.
- Ah...mirá...acá hay uno de los míos. Este es un libro de cuentos – dijo sin hacer caso de lo que acababa de decirle.
Me mostró un libro de cuentos. Abrió la tapa, y en la solapa estaba su foto.
- Ah...
- Y...mirá vos...lo que dice acá “cuentos de humor...” blablabla...
- Ah...ok. Igual mucho gusto.
- Me encanta cuando te enojás, esa marquita que se te hace acá – dijo señalando mi entrecejo.
“Ok. Qué bueno que está y encima piola...Pellízquenme ahora por favor, así me despierto. Si encima de todo es un poquito salvaje como a mi me gusta, me...”.
- A mi esta foto me encanta – interrumpió mis pensamientos el muy maleducado. – No me importa si no es espontánea.
La “s” de espontánea me sonó tan conocida. Empecé a revolver en mi memoria, a pasar plumeros y sacar el polvo de estanterías con recuerdos añejos. Pero nada.
- Yo a vos te conozco.
- ¿Estás segura?.
- Estoy segura.
- ¿De dónde me conocerás?.
- No se.
Mira mi mano izquierda.
- No tenés anillo – dice.
- ¿Qué?.
- Digo...no tenés anillo. No estás casada.
- No est...¡¿Y eso a vos qué te importa?!. Sos un atrevido vos ¿eh?.
- Mmmm si. Siempre fui medio atrevido. Eso dice mi mamá.
“No, no estoy casada. Mmmmm” pienso y en mi pensamiento le saco la lengua.
- No, no estoy casada -.
“¡Otra vez!. ¡Por Dios!. Esto tengo que hablarlo de vuelta en la sesión de hoy...”
- Qué bien.
- ¿Por qué “qué bien”?.
- Por dos razones: una, porque no estás casada. Y dos, porque no contestaste otra cosa peor.
- ¿Peor?. ¿Qué otra cosa, a ver?.
- Por ejemplo, “soy total y completamente lesbiana y odio a todos los varones” o “sí, estoy casada, pero estoy casada con el Señor” o algo así.
Tus amigas se rieron, diste un paso adelante
Ni tuve que preguntarte “¿Querés bailar?”
- Esto es too much – digo.
- Ah, ok, finally, you´ve learned how to speak english.
“Ups…encima políglota. Si llega a hablar italiano...”.
- Un poquito – digo más tranquila. El me sigue sonriendo. Yo siento que soy un cubito de hielo en el verano del Sahara. – Vos...vos me conocés.
Sacude la cabeza.
- Creo que si. Digo, no soy de abordar a cualquiera que está mirando fotos en las paredes de las librerías así como si nada. No soy de esos.
- ¿Un acosador pervertido con buen nivel cultural?.
Nos reímos.
Te pasé las manos por la cintura
brillaron tus aparatos en la oscuridad
Saca de la estantería el libro que escribió y me lo pasa.
- ¡Nooooo! –
“Si Padre, acepto”.
- ¡No te puedo creer!. ¡Qué guacho sos!. ¿Cómo me reconociste?. No...no... mirá vos...Qué loco. ¿Qué hace?. ¿20 años más o menos que no nos vemos? –
- 21 años, 8 meses y algunos días para ser más exactos.
Creo que dijiste “si”
y no escuché nada más
y no escuché nada más
“Si Padre, acepto 2 veces”.
- Si P...No soy lesbiana, no estoy casada, no estoy en pareja.
“La sesión de hoy va a ser muuuuuy larga”
- Ok – dice sorprendido.
Nos miramos sonriendo como tontos durante unos cuantos segundos.
- ¿Vamos a tomar algo? – dijimos los dos al mismo tiempo.
Nos reímos. Salimos de la librería y empezamos a caminar en silencio por la avenida. El no dejaba de mirarme. Recorrimos varias cuadras así. En las esquinas, me apoyaba la mano ligeramente en la espalda para que cruzáramos. Llegamos hasta un barcito antiguo. El seguía sonriendo. Me parece que yo también. Entramos. Elegimos una mesa al lado de la ventana. Nos sentamos.
“Ay, por favor, no puede ser. Si llega a ser un poquito salvaje...mamma mia y si encima...”.
- ...hablás italiano...
- Ma que cosa dice ragazza?. Io parlo italiano benissimo.
“Lo siento doc. Hoy le dejo el diván vacío”.